
Se publica el artículo para 65ymas.com sobre Abuelos, lactancia y ampliación del permiso de paternidad en el que ha participado Josevi Baeza. Un magnífico apunte sobre la importancia de este hecho y de cómo puede afectar a la crianza temprana del nuevo bebé.
Se analizan las consecuencias favorables y desfavorables para la familia, desde el punto de vista de los padres y de los abuelos que muchas veces tienen que cubrir a los padres que por ritmo de vida o circunstancias tienen que hacer eso que llaman conciliación.
Se puede leer la entrevista íntegra que hicieron para el artículo a continuación.
Qué papel juegan las personas mayores en el cuidado de los nietos
En un modelo de familia extensa, que es típicamente mediterráneo, la figura de los abuelos es fundamental porque son los principales transmisores de la cultura oral, de las tradiciones, los valores y las costumbres. Cuentan historias y son ese refugio que tantos y tantos niños hemos tenido, ya que son mayormente unos criadores expertos con una gran “mano izquierda” y sin la carga directa de la disciplina, que es papel habitualmente de los padres.
Cuando llega a una casa un nuevo miembro, eso es, cuando nace un bebé, han sido sobre todo las abuelas las que han transmitido el arte del amamantamiento, que no es innato sino que es aprendido.
Los abuelos sirven de soporte emocional y sacan mucho trabajo de la casa adelante
¿Cómo ha cambiado este rol en los últimos años?
Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, y porque en muchas casas hacen falta dos sueldos para hacer frente a hipotecas, alquileres, alimentación y nuevos gastos fijos como es el teléfono móvil e internet, la mayoría de los abuelos que se encuentra ya jubilados, han visto incorporada su labor a la rutina diaria, además muy pronto.
Hace unos años los bebés que se incorporaban a las guarderías eran muy pocos, y no era raro encontrar niños que pisaban la escuela por primera vez con 6 años. Pero cuando ambos progenitores han de salir a trabajar a diario, en ocasiones antes del comienzo de la jornada escolar y en un país tan orientado hacia el sector servicios como es España donde las jornadas pueden acabar pasadas las 8 de la tarde, las familias han de recurrir a cuidadores como abuelos, canguros o “nanis”, sobretodo cuando una plaza de guardería cuesta más de 300€, que es entre la mitad y una cuarta parte de un sueldo.
¿Se trata más de hombres o de mujeres? ¿Por qué?
El ir y venir a los colegios de los abuelos no pienso que esté especialmente feminizado, como sí que ocurre en el resto de tareas de cuidado. Al menos en la entrada y salida de los colegios que yo observo.
Cuando hablamos de padres y madres, en la entrada de los colegios, veo a más madres que a padres, pero abuelos y abuelas están bastante igualados. Pero creo que esto responde mas a un reparto de tareas en los hogares de los abuelos que a una planificación.
Los abuelos (ellos) llevan y recogen a los nietos o salen al parque, mientras que las abuelas hacen las tareas domésticas y educativo directo, que sí que responde a un modelo tradicional y, de nuevo, sobrecarga de alguna manera a las abuelas.
En el caso de los bebés este cuidado se feminiza aún más, ya que muchos abuelos (ellos) apenas han cuidado de sus hijos de bebé, y con el nieto “les pilla mayores”.
Pasear a los bebés, dormirlos y darles de comer, cuando lo hacen los abuelos, lo hacen ellas. Lo hicieron con sus hijos, y ahora repiten las tareas porque son quienes saben hacerlo
¿Cómo son los nuevos modelos de cuidados?
Cuando preguntas a las abuelas, suelen responder que están todas igual, ayudando a las familias a criar, llevar y traer a los niños o dándoles de comer a mediodía.
No son mayoría, pero tampoco son pocas, las familias que dejan a los niños en casa de los abuelos de buena mañana y los recogen casi para acostarlos.
Por el momento histórico que estamos viviendo este caso ha dejado de ser raro y el modelo educativo se está haciendo más horizontal. Esto está muy bien porque soy partidario de lo que se llama “crianza en tribu” en el que educadores somos todos, padres, tíos, abuelos, e incluso amigos de la familia, que es un modelo horizontal que permite distribuir los esfuerzos, pero la realidad es que este modelo no se está dando tanto como me gustaría.
Los abuelos están sustituyendo a los padres, y eso es una sobrecarga a veces insostenible, porque si la crianza consciente es una tarea agotadora, imagina para unas personas que no se encuentran en el momento de más fuerza física de su vida. Por algo se tiene hijos a los 30 (y me parece tarde) y no a los 60.
¿Cómo puede afectar esto al desarrollo psicológico del niño?
Es diferente de cuando son bebés a cuando tienen 3 a 6 años. Los bebés necesitan estar con sus madres, son criaturas eminentemente olfativas y necesitan “oler a su madre”, además de que la lactancia materna es un proceso que prácticamente ocupa las 24 horas del día.
Los niños necesitan mucho brazo, y en esto los familiares pueden encargarse perfectamente, pero también necesitan el alimento y el consuelo que ofrece la lactancia materna y aquí no hay sustituto que valga cuando hablamos del componente emocional.
La leche materna se puede congelar y dar en biberón, pero los bebés necesitan la seguridad de pasar mucho tiempo con el mismo criador porque establecen lazos emocionales desde bien pronto. El tener muchas figuras de apego está muy bien, pero la figura de apego primaria debería estar clara para el desarrollo del niño porque es el centro alrededor del cual el niño (o la niña) va a “orbitar”.
Nos jugamos debilitar los procesos de apego, de confianza, y eso va a repercutir en cómo el niño se va a relacionar el mundo y las demás personas de forma insegura. Y cuidado con esto porque hay estudios que apuntan a que la autoestima, es decir la forma que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos, se define hacia los 5 años.
Con más edad, y si el modelo fuera “en tribu” como adelantaba, es decir horizontal y con más cuidadores que niños, esto sería fantástico para los niños, ya que estarían recibiendo un modelo social y educativo por muchas vías, que además habitualmente están coordinadas porque comparten cultura y formas de funcionar.
En este modelo los niños siempre están acompañados y cuando un cuidador se cansa, es fácilmente relevado por otro. Es una crianza mucho más relajada por parte de los educadores porque además los niños se crían con amigos y primos, y los niños cuando están con otros niños se autorregulan fenomenal y se desarrollan de forma óptima.
Sin embargo la crianza con abuelos actual en realidad no es así, los abuelos suelen sustituir a los padres, que están trabajando habitualmente, y eso hace que los niños no tengan del todo claro quién es la figura de crianza primaria, y no es raro encontrar a niños que atienden más a las instrucciones de los abuelos que a las de los mismos padres.
Esto no va a traumatizar a ningún niño, por supuesto, pero si que va a dificultar el proceso de crianza y va a generar frustraciones en las familias, tanto a los padres que les gustaría que los niños les hicieran más caso como a los abuelos que quieren ser abuelos y no padres por segunda vez pero más cansados. Y esa frustración genera tensiones y conflictos.
¿Se corre el riesgo de tener «abuelos esclavos”?
No hay contrato más fuerte que el contrato emocional y muchos abuelos se sienten obligados a cubrir a sus hijos en la tarea de crianza cuando la realidad no nos lo pone fácil a las familias.
Tenemos la mala costumbre de querer comer tres veces al día y eso va a hacer que asumamos jornadas maratonianas con menos presencia en casa y con nuestros hijos de la que nos gustaría, y pocas familias se pueden permitir coger una excedencia por cuidado de menores o reducciones de jornada.
¿Cómo van unos abuelos a dejar de ayudar cuando ven que sus hijos van con la lengua fuera para llevar un plato de lentejas a la mesa?
Otro caso muy diferente sería quién deja a los abuelos de forma habitual para tener “momentos de pareja”, eso además de agotar físicamente a los abuelos, también los puede llevar a enfadarse pero se resisten a decir nada. Porque el contrato emocional lo tienen con los nietos y ven que no es justo para los pequeños involucrarlos en batallas que saben que sólo pueden perder de una u otra forma. Afortunadamente estos casos son los menos.
¿Es posible otra alternativa que facilite la conciliación laboral de los padres y el cuidado del niño?
Habría que cambiar muchísimas cosas. No hemos llegado a esta situación en cuatro días, y gran parte de lo que sostiene esta situación forma parte de la maquinaria socioeconómica.
Padres y madres trabajan fuera porque el coste de la vida ha aumentado muchísimo. Son habituales hipotecas a más de 20 incluso 30 años, que son prácticamente toda la vida laboral de muchas personas.
Las mujeres se sienten obligadas a trabajar porque casi hagan lo que hagan van a ser criticadas. Sin son madres porque son madres, si trabajan porque no lo son. Si dan la teta porque la dan, si dan leche de fórmula porque no la dan.
Algunas estadísticas hablan de que el único modelo en el que el tiempo dedicado por hombres y mujeres en tareas domésticas y de crianza es equiparable (y ni siquiera) es cuando el hombre está en paro y la mujer trabaja.
Las familias, todas, vamos con la lengua fuera porque además de trabajar debemos ejercer una parentalidad y crianza consciente y activa. Ya no sirve la crianza que veíamos en Mary Poppins en el que cuando el hombre llega de trabajar se sienta en el sillón, abre el diario y da un par de palmaditas cariñosas en la cabeza mientras los hijos dan “el parte” diario de lo que han hecho en el colegio o en el parque y la madre se dedica a sus tareas, sean activismo político como en la película, o guisar como hacían casi todas nuestras abuelas mientras a los niños los crían otros.
Ese modelo distante y autoritario se está cambiando por un modelo cercano y dialogante.
Aquí por cierto aparece un nuevo peligro, el de los padres y madres helicóptero que son esos modelos en lo que hacemos todo POR nuestros hijos y no dejamos que desarrollen su propia autonomía.
Pero eso lo dejamos para otra entrevista que ahí hay mucha tela que cortar. ¿Una alternativa? Una vuelta al modelo horizontal donde hombres y mujeres, padres y madres, pudiéramos disponer de más tiempo para nosotros mismos y nuestras familias, no nos vendría nada mal, pero las ciudades modernas no son nada amables con este modelo.
Es muy difícil estar en un parque o una plaza socializando mientras los niños juegan en el centro sin tener miedo a que se pierdan, se hieran, o salgan de la plaza y les atropellen. Ojalá. Pero se tienen que dar cambios sociales, políticos y casi diría culturales para que esto sea posible.
Bajo mi punto de vista, todo pasa por esa especie de “tribu” de la que hablo.
¿Es previsible que esto cambie con la ampliación del permiso de paternidad?
La ampliación del permiso de paternidad me parece un buen avance, imprescindible de hecho, ya que los primeros instantes son cruciales, no sólo para el bebé que acaba de llegar y necesitar estar todo el tiempo posible con su madre que es quien le da calor, alimento y refugio, sino también para la madre que necesita verse liberada de esas tareas que habitualmente son responsabilidad suya.
¿Cuáles son los principales retos y oportunidades en este sentido?
Se estima que la diferencia de gasto médico por niño alimentado con leche de fórmula en comparación con un niño alimentado por lactancia materna es de cerca de 3000€, que multiplicado por 47 millones son muchos millones de euros de gasto para el estado que se podrían destinar a otras cosas.
Si queremos conseguir unos índices de lactancia exitosa satisfactorios, ha de ser a demanda, esto es, cuando el bebé quiera, y es posible que eso sea casi de continuo.
La ayuda familiar es imprescindible.
No hace mucho tiempo atrás y durante décadas, la industria de la leche de fórmula (la leche de farmacia) hizo una campaña de promoción de su producto de forma muy agresiva. Eso ha hecho que hayamos estado a punto de perder la lactancia materna como conducta humana en la cultura occidental. Actualmente la industria gasta más de 40€ por niño en publicidad y los agentes de salud nos las vemos y nos las deseamos para neutralizar décadas de mensajes confusos, cuando no directamente dañinos.
El tener al padre en casa asumiendo las tareas que habitualmente eran de la madre va a permitir que se establezca una lactancia exitosa con los más que probados beneficios inmunológicos y de desarrollo neurológico y psicológico que esto significa.
Actualmente no cabe ninguna duda de la abrumadora superioridad de la leche materna con respecto a la leche de fórmula, que existe porque salva vidas si es necesaria. Pero no es el alimento óptimo ni mucho menos, incluso en las mal llamadas “lactancias prolongadas” más allá de los 2 años.
La presencia de más familiares directos en casa, sobretodo en los primeros compases de la crianza va a facilitar mucho las cosas.
Si los padres pueden estar en casa más tiempo liberará de esa presión a unos abuelos que podrán ser abuelos más tiempo y mejor, pero no sólo eso… a la larga, si se apuesta por políticas que liberen a las familias de las cargas laborales durante los años de crianza, se animará a la natalidad, habrá más niños, habrá mas adultos, más adultos productivos, que pagarán más impuestos, con los que pagar más y mejores servicios y pensiones, y que aseguren un estado del bienestar real.
Pero claro… ¿Quién legisla a 30 años vista?