El episodio de hoy lo conduce y realiza la psicóloga y sexóloga Miriam Mora.
Hoy vengo a hablaros de un tema con mucho intríngulis, el sentimiento de culpa y su estrecha relación con el rol de madre o padre. Para hablar de ello hoy principalmente me sustentaré en mi propia experiencia como madre, en las experiencias cercanas y en mi experiencia profesional.
Para empezar explicaré que el sentimiento de culpa es un conjunto de emociones negativas, que responden a la evaluación que haces sobre tu comportamiento. Es una interpretación, primero cognitiva y luego emocional (muy conexas).
Pues bien, hablando de este asunto con una amiga hace algún tiempo a la que admiro y quiero mucho (“Hola Clara”) me comentó: “un amigo psiquiatra cuando tuve a mi hijo me dijo: “Enhorabuena porque ya eres madre, que sepas que a partir de ahora el sentimiento de culpa te va a acompañar por mucho tiempo”. Ella me explicó que al poco tiempo de haber dado a luz al pequeño empezó a darle sentido a esas palabras y no tuvo más remedio que darle la razón a su amigo psiquiatra. Es una experiencia cercana, una de tantas.
Y desde mi experiencia tengo que reconocer (y digo reconocer porque me parece sano hablar de aquellos sentimientos que nos disgustan y nos exponen ante la opinión ajena) que el sentimiento de culpa es bastante recurrente en mis días como madre.
Cabe decir lo primero de todo que soy una gran afortunada porque dispongo de un horario laboral intensivo que me permite poder pasar mucho tiempo con mis hijos (casi todas las tardes entre semana y fines de semana completos). Cuando hablamos de maternidad sin quererlo también terminamos hablando de conciliación laboral y si esta conciliación es complicada como resultado nos podemos dar de bruces con ese sentimiento de culpa. Porque para mí la cantidad de tiempo que pasas con tus hijos es relevante y además ese tiempo debe ser de calidad.
Podríais pensar que sólo por esto puedo tener pocos motivos para sentirme culpable. Pues bien, cómo sabéis los sentimientos y los pensamientos no están conectados directamente con la realidad, sino a cómo se interpreta esa realidad. Dicho de otro modo, si uno quiere encontrarle tres pies al gato, acabará encontrándoselos.
Yo paso mucho tiempo con mis hijos pero me planteo a menudo si ese tiempo es de calidad, si les estoy ofreciendo lo que ellos necesitan.
Tengo 2 hijos, de 4 años y medio y de 19 meses. Hasta hace un par de meses han habido momentos de estrés debido a las realidades tan distintas que presentaban por su etapa de desarrollo. Uno de esos momentos de estrés eran cuando el pequeño necesitaba dormirse en el pecho ya de noche y el mayor necesitaba que jugase con él o coincidía con la hora de la cena.
Afortunadamente ahora el pequeño se ha convertido en un bebé mayor y ya empieza a compartir momentos con su hermano, como son el baño, los momentos de comidas, momentos de complicidad entre ellos, juegos, etc.
Sí, está papá que ejerce su papel mejor que nadie pero no puedo en ese momento dejar de sentirme culpable por no poder atender a mi hijo cuando me demanda. Sí, entiendo todas estas teorías psicológicas que vienen a decir en pocas palabras la necesidad de fomentar la autonomía en los niños, el aprender a esperar, aprender a compartir, etc. Sí, todo eso está muy bien, soy psicóloga pero cuando me quito la identificación y vuelvo a mi casa soy mamá, con todo lo que esto implica.
Me siento también culpable, cuando mi hijo me pide jugar conmigo y yo necesito hacer la cena, necesito hacer cualquier otra tarea doméstica, necesito hablar con otra persona u atender otra cosa. Y digo necesito porque ahí estoy hablando de Miriam como mujer, como persona, y no como madre.
Porque sí, somos madres pero nuestra individualidad y nuestras necesidades también hay que atenderlas. Tenemos también derecho a atenderlas.
Me encontrado en consulta con madres, con parejas que no han podido o no han sabido delimitar espacios, tiempos para sí mismas o sus parejas y os puedo asegurar que su estado anímico y su relación amorosa estaban en crisis.
Aunque haya que hacer encaje de bolillos es necesario equilibrar esto aunque sea mínimamente. Me he sentido también culpable alguna vez por irme con mi pareja al cine o irme de viaje yo sola (un viaje en 4 años) y dejar a mis hijos.
Me he sentido culpable cuando he decidido retirarle el pecho por la noche a mi hijo pequeño porque sentía que ya no disfrutaba haciéndolo y el cansancio se apoderaba de mí. Sí, ha prevalecido mi derecho al suyo y por eso me siento culpable.
Pienso que detrás de este sentimiento de culpa está el pensamiento de: “debo satisfacer a mis hijos por encima de mis posibilidades”, pensamientos distorsionado que se ajustaría al que propone en su teoria cognitiva el Psicólogo Albert Ellis y que son los siguientes:
1.- Es una necesidad extrema para el ser humano adulto el ser amado y aprobado por cada una de las personas significativas de su entorno
2.- Para considerarme una persona válida debo ser muy competente, y capaz de lograr cualquier cosa que me proponga,
Lo cual se traduce a una idea irracional que más tarde Ellis postuló : Tengo que hacer siempre bien las cosas, así seré querido por los demás”
Y así con muchas otras cosas. Podría poner muchos más ejemplos.
Para mi ser madre ha significado una revolución personal. Con mis hijos estoy creciendo como persona, rectificando partes de mi comportamiento y ahora que mi hijo mayor empieza a ser una niño reflexivo y que razona me doy cuenta de los muchos reflejos que me hace a diario.
Me doy cuenta de que yo soy su madre y que eso es un título que hay que llenar de contenido, no sólo leyendo, reflexionando, sino también aprendiendo de mis errores. Viviendo y aprendiendo junto a ellos. También me doy cuenta de que para poder ser y estar feliz con ellos yo también tengo que estar llena, completa, feliz, y para eso debo dedicarme tiempo y espacio para mí.
Por mi profesión y la participación en escuelas de padres, grupos de crianza, grupos de lactancia, compartiendo experiencias con otras familias en definitiva me doy cuenta de que el sentimiento de culpa es extensivo a muchos hogares.
Ser madre o padre en una sociedad industrial es una tarea ardua. Mires la década que mires. Recibimos del exterior muchas presiones y somos nuestros peores enemigos. Queremos ser los mejores en todas las áreas de nuestra vida y me doy cuenta que tenemos que aprender a vivir de otra forma, con menos exigencias.
Por último me gustaría destacar que la culpa también tiene ventajas. La culpa es fruto de ideas irracionales pero también es muy útil para cambiar ciertas cosas. Por ejemplo cuando pierdo la paciente y hablo a mi hijo en un tono que no procede él me lo hace saber y entonces aparece la culpa. Aquí la culpa es útil para activar mecanismos de acción y modificar mi actitud.