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5 diciembre, 2017 Por josevibaeza

Método Grown 50 – Navidad y Familia: Santa Claus y los Reyes Magos

Navidad y Familia

Santa Claus y los Reyes Magos

Se acerca la Navidad, y para muchas familias es la primera Navidad con hijos. La primera Navidad donde han dejado de ser hijos para ser padres y madres. La primera navidad en la que haya regalos para niños. La primera navidad en la que en la mesa de Nochebuena falte algún familiar importante. La primera navidad en la que es posible que se planteen algunas cuestiones.

Vamos a hacer en Método Grow una pequeña serie de episodios donde trataremos estos temas, empezando por Papá Noel y los Reyes Magos… y este es un mensaje para quienes estéis leyendo este episodio con niños pequeños. Es posible, que queráis leer el episodio cuando no estén los niños delante ya que hablaremos de el origen de estos personajes y posiblemente contemos algo que no queráis que escuchen vuestros hijos. Seguid leyendo sólo cuando creáis que el entorno es seguro.

Hecho este aviso, vamos al turrón, nunca mejor dicho.

Igual que hice con el vídeo de Facebook sobre Halloween, voy a poner un poco a Papá Noel y a los Reyes Magos en contexto hablando de su origen e historia.

Papá Noel, o Santa Claus, es, de nuevo, una cristianización de una figura pagana, en concreto de la antigua Roma, por la cual en el solsticio de invierno a los niños se le daban regalos. ¿Pero cómo? ¿Papá Noel es Cristiano? ¿Pero no preferíamos a los Reyes Magos porque son los de nuestra tradición? Pues no, Santa Claus es también cristiano, aunque ni unos ni otros son estrictamente hablando, figuras religiosas, sino más bien comerciales. Pero no nos adelantemos.

Hemos quedado que en la Antigua Roma se daban regalos a los niños para conmemorar el solsticio de invierno, saturnalia, que conmemora la muerte del sol viejo y débil y el nacimiento del nuevo que nos traerá la primavera y el resurgir de la vida, por eso también cambiamos de año en invierno.

Pero Josevi, en el hemisferio sur el invierno es en Julio… Si, ya lo se, pero la cultura actual se origina en el hemisferio norte hace tres mil años, y por los procesos de colonización se exporta al hemisferio sur… Déjame avanzar que luego Miriam me dice que divago.

Cuando el Cristianismo adapta los mitos paganos para intentar ganarse a los pueblos que creen en ellos, utiliza la figura de San Nicolás de Mira, un sacerdote nacido en la ciudad de Mira, en la actual Turquía sobre el año 280 de nuestro calendario.

Si hacemos caso a la historia que se cuenta, San Nicolás regaló oro en secreto a tres mujeres que no tenían dote para casarse dejándolo en los calcetines que habían dejado en la chimenea para que se secaran.

A este tal San Nicolás de Mira, se le conoce también como San Nicolás de Bari porque sus reliquias, sus restos, están en la ciudad italiana de Bari.

¿Cómo se transforma San Nicolás en Papá Noel o San Nicolás? Pues fue en el 1624, cuando los holandeses fundan en lo que hoy son los Estados Unidos, la ciudad de Nuevo Amsterdam, lo que hoy se conoce como Nueva York. Al colonizar el territorio se llevaron también a su patrón, Sinterklaas, San Nicolás, que se celebra el 5 ó 6 de diciembre según regiones. Este Sinterklass derivó a lo que conocemos como Santa Claus en 1809 por una sátira de Washintong Irving, y en 1823 Clement Clarke Moore le dio forma al mito en un poema que lo presenta como un personaje gordo pero ágil como un duende, que regala juguetes a los niños en la víspera de Navidad y que se mueve con un trineo tirado por ocho renos.

A partir de ahí, se han ido añadiendo detalles sobre el color del traje, basado en los obispos de la época, y que no inventó Cocacola, sólo lo usó en sus campañas de publicidad y lo hizo popular. O el nombre de Papá Noel, que es una adaptación francesa que significa Papá Navidad.

El mito actual de los reyes magos, aunque también se ha deformado mucho por la mercadotecnia, parece que es más fiel al mito original.

Los reyes magos, o magos de oriente aparecen en el Evangelio de Mateo, pero no en los otros tres evangelios canónicos. Y no menciona ni sus nombres, ni que fueran reyes, ni que fueran tres. Este grupo de magos, que en persa significa sacerdote, acudieron desde Oriente para rendir homenaje a Jesús de Nazaret y ofrecerle regalos: Oro, incienso y mirra. El valor del oro es casi universal, el inicienso se útiliza para adorar a los dioses en multitud de culturas y la mirra es una resina que se utiliza para hacer perfumes y ungüentos.

Sería más tarde en el siglo III cuando empezaron a llamarlos reyes, ya que hasta entonces se les representaba con ricos ropajes y sólo se decía que eran personas pudientes. También empezó a considerarse que fueran tres por aquel entonces, porque en algunas tradiciones se les representaba como dos, tres o cuatro, e incluso en la ortodoxa siria o la apostólica armenia se les representa como 12, al igual que los apóstoles o las tribus de Israel.

Los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen en un mosaico de Rávena en el siglo VI y no sería hasta el Siglo XV cuando se representaría a Melchor como europeo, Gaspar como Asiático y Baltasar como Africano mostrando la clasificación medieval de razas.

¿Cómo se da el salto de la Biblia a las cabalgatas y hogares de habla hispana?

Pues parece ser que la tradición de regalar juguetes a los niños se adopta en el Siglo XIX como imitación de lo que en otros países ocurría con Papá Noel, y en 1866 en Alcoy, ciudad industrial del interior de Alicante, se celebra la primera cabalgata de reyes. Y el resto es historia.

Existen otras tradiciones menos conocidas en torno a los personajes de navidad, pero que esencialmente son similares, como el Oletzero Vasco y Navarro que es un carbonero que trae regalos, el apalpador gallego que da castañas a los niños, o mi favorita a pesar de no haber vivido jamás esa tradición, el Tió de Nadal de Cataluña, un tronco al que se le da de comer durante diciembre y se le tapa con una mantita y que en nochebuena es apaleado por los niños hasta que literalmente “caga los regalos” por debajo de la manta. Los catalanes han entendido el espíritu de la navidad y lo demás son tonterías. En serio, me encanta esta idea y si no fuera tan cobarde, puesto a importar tradiciones, en mim casa no montaría ni el belén, pondría un tronco que caga regalos.

Bueno… este es un podcast de psicología, no de historia, así que vamos a tratar las implicaciones que hay tras estas tradiciones, que como ya hemos visto no son milenarias, al menos en sus formas actuales sino que tienen apenas un par de cientos de años.

No veo ningún problema en celebrar ninguna tradición, sea cual sea, siempre y cuando sea respetuosa con las personas que viven esa tradición. Mi problema viene precisamente en este punto. La tradición de Papá Noel y los Reyes Magos, al igual que el Conejo de Pascua, el Ratoncito Pérez y el Hada de los Dientes no respetan a los niños. Son mentira.

La palabra mentira la define la Real Academia de la Lengua Española como “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente”, mentira piadosa como “mentira que se dice para evitar a otro un disgusto o una pena” y mentira oficiosa como “mentira que se dice para obtener un provecho o ventaja sin producir daño a otro”.

Decir que Santa Claus existe es mentira, los adultos sabemos que no es verdad, pensamos que no es verdad y sentimos que no es verdad, al menos no en la forma en la que se la contamos a los niños.

No estamos evitando ningún disgusto a nadie por lo que no es una mentira piadosa.

Y para que sea una mentira oficiosa debe cumplir la doble condición de que se realice en busca de un provecho y que no produzca perjuicio a quien la reciben, y son estas partes las que no parecen estar claras.

Así pues tendremos que ver si lo de Papá Noel es una mentira oficiosa, o es sólo mentira.

Personalmente no le encuentro sentido ni objetivo pedagógico. Y tampoco parece que haya evidencia de que existan beneficios asociados para la persona que es mantenida en esa ilusión, entendiendo la palabra ilusión como algo que parece que es verdad pero no lo es.

Hay, pues, muchas opiniones pero poca ciencia, y la poca ciencia que hay parece que apunta a que, hacer creer a propósito a los niños en cosas que no existen, hace que sean crédulos, conforma un estilo de pensamiento mágico y debilita el pensamiento crítico.

Si tenemos en cuenta las llamadas “nuevas pedagogías”, que tienen poco de nuevas porque tienen ya casi un siglo, María Montessori era contraria a fomentar los mundos imaginarios, y Rudolf Steiner, el de la pedagogía Waldorf estaba a favor de hacer creer a los niños en fantasías.

Si me preguntáis a mi, yo no soy muy amigo de la pedagogía Waldorf, por fondo sobretodo, aunque reconozco que en cuanto a la forma tiene ideas tremendamente buenas.

Las familias que son partidarias de mantener la mentira de Papá Noel aluden a la importancia de crear un mundo de fantasía con supuestos beneficios en la creatividad de los niños, pero eso no está claro.

Más allá de modelos pedagógicos, hacer creer en una fantasía en concreto no fomenta la imaginación o la creatividad.

Fomenta la creencia en una forma concreta de realidad, en este caso inventada.

Creer en un ser mágico que premia a los niños buenos no hace que sea más probable que el niño o niña invente nuevas formas de resolver problemas, de hecho consolida la idea de que somos buenos o malos para obtener premios o evitar castigos. Solución que, esto si, se ha visto que sólo es útil como mucho las dos últimas semanas antes de Navidad, pero el resto del año no cambia el comportamiento de los niños.

Resumiendo, ¿es bueno o es malo mentir a los niños en este sentido? Pues la evidencia científica no es clara. Pero me doy cuenta de que hay poderes económicos muy interesados en mantener la mentira. En concreto las grandes marcas y comercios.

Si me habéis escuchado habitualmente sabréis que soy muy crítico con las festividades, y que si bien en origen, estas celebraciones tenían una motivación de reconocimiento personal o celebración, al final se han convertido en una excusa para gastar dinero y mantener en marcha la maquinaria capitalista.

Día del Padre, de la Madre, San Valentín, Santos, Aniversarios, Cumpleaños, Black Friday, Cyber Monday, Día del Libro, Ocho días de Oro, Rebajas de enero, Rebajas de Septiembre, ¿Papá Noel, o Reyes? Si le preguntas a un Centro Comercial te dirá… ¡Celebra los dos! Doble fiesta, doble gasto.

Son los comercios y marcas los principales interesados en hacer creer a los niños que una vez al año pueden pedir todos los juguetes del mundo, porque son gratis, los fabrican unos seres mágicos.

Por cierto, la tradición de verdad es hacer regalos sólo a los niños. Pero el centro comercial te pregunta a ti, persona adulta, ¿Qué te vas a regalar esta Navidad? Porque a más personas por regalar, más gasto.

Al final, la decisión de si tratar a Papá Noel o los Reyes Magos como realidad, como si existieran pero que nunca se ven, o como ficción, como la magia de David Copperfield o Juan Tamariz o de Harry Potter, es sólo ética.

La decisión está en si mentimos a nuestros hijos, o no, con la ventaja de que si sabes que es ficción, aprendes a distinguir la ficción de la realidad, y ninguna familia alimenta la ilusión de que los personajes de la Patrulla Canina existen de verdad, y eso no deja de hacer que se vean las aventuras de estos simpáticos perretes con una sonrisa de oreja a oreja.

Haz regalos si quieres, celebra lo que te resulte más adecuado a tus valores familiares y culturales. Y si me preguntas, no mientas a tus hijos. De la misma forma que celebramos Halloween sin creer que existen espíritus y vampiros, o que vamos a ver la última de Star Wars vestidos de Jedi sabiendo que es una película, podemos jugar a Papá Noel y los Reyes Magos sin necesidad de mentir a nadie.

En mi casa, por ejemplo, la Navidad es una fiesta que conmemora la familia, por eso nos juntamos y hacemos una fiesta y nos hacemos regalos, y jugamos a que viene Papá Noel.

Y ponemos un árbol con luces y estrellas que simbolizan la llegada del invierno y sus nieves, a pesar de que en Elche apenas llueve y menos aun nieva.

Y ponemos un Belén, que simboliza precisamente a esa familia que queremos celebrar, independientemente de si quien nació era un niño o un dios.

Pero ese es nuestro modelo, que no tiene por qué ser compartido, y de hecho, es con muchísima diferencia, la excepción.

Bibliografía

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