
Nos encontramos ya mismo en período de vacaciones, y es un momento en el que nuestros hijos tienen más tiempo libre de lo habitual. Llevan todo el año esperando poder encender la consola sin la presión de que “mañana hay colegio y hay que estudiar”.
Pero es ahora cuando en muchas familias surge la duda de cual es la receta perfecta para unificar una afición que cada vez está más extendida, con una labor educativa y de protección, sin caer en la dejadez por defecto, o la rigidez opresiva por exceso de celo.
Es por ello que os traemos unos sencillos consejos para que pequeños y mayores puedan disfrutar de un tiempo de juego saludable.
1.- Conoce los juegos
La industria del videojuego tiene como principal objetivo crear productos de entretenimiento a cambio de dinero. Esto es así, no podemos ser ingenuos, pero tampoco malpensados. Igual que hay películas y series para adultos y para niños, hay videojuegos para pequeños y mayores, y nuestra tarea como educadores es conocer los contenidos que mostramos a nuestros hijos.
No es necesario que sepamos jugar a ellos, pero si que deberíamos conocer al menos la temática y calificación por edades, y de la misma forma que no sería adecuado llevar a nuestro hijo de 6 años a ver la última película de Rambo, quizá deberíamos hablar sobre el tema cuando nos pida que le compremos la ultima entrega del Call of Duty (es un juego de guerra y disparos).
Hay edades y momentos para todos los contenidos, y es nuestra responsabilidad como educadores guiar y acompañar este proceso de crecimiento. Ante la duda, pregunta al vendedor, que suelen conocer el producto que están vendiendo. Además se puede configurar la videoconsola para que no reproduzca juegos inadecuados, puedes acceder a esta opción en el control parental.
2.- Establece horarios
Existe un programa contra la obesidad infantil en Estados Unidos llamado Let’s go! 5-2-1-0 en el cual se propone que ofrezcamos al día un mínimo de 5 piezas de fruta o verdura al día, no es obligatorio que las coman, sólo ofrecerlas, un máximo de 2 horas de pantallas recreativas, incluyendo televisión, tablets y videojuegos, 1 hora de ejercicio físico y 0 bebidas azucaradas.

Siguiendo esta sencilla guía, nosotros como educadores, tenemos la obligación legal y moral de establecer límites saludables de uso de pantallas. 2 horas al día puede parecer poco o mucho según como se mire, mucho para nosotros, poco para ellos. Pero tras una lógicamente incómoda transición acabarán por aceptar que esas son las normas ¿o también discutimos con ellos si quieren ir al colegio?
Videoconsolas como la Nintendo Switch te permite configurar automáticamente un horario máximo diario con el control parental.
3.- Qué pasa con el chat de voz y el juego en línea
En un momento de la historia de los videojuegos en los que el juego en línea, con otras personas por internet, es más un estándar que una opción, el juego debería realizarse en una zona común, a la vista de todos y donde nosotros como educadores podamos saber qué se dice y qué le dicen otros niños por el chat de voz.
Se puede configurar la videoconsola para que el sonido del chat salga por los altavoces. Y si necesitan hablar, que configuren un micrófono externo. Si no sabes cómo se hace, en tu tienda de videojuegos te pueden ayudar a configurarlo.
Además es buena idea que los niños sólo jueguen con un círculo cerrado de amigos que conozcan en persona, sin extraños. Todo eso también se puede configurar.
4.- Normas de convivencia y gestión de la frustración
La violencia verbal también es violencia, y la violencia está prohibida. Así pues, de la misma forma que animaremos a nuestros hijos a denunciar un mal comportamiento de otro jugador con las opciones de reporte que tienen todos los juegos en línea, también censuraremos los insultos y burlas hacia otros jugadores.
La falsa sensación de anonimato que nos da el juego en línea hace que los niños, y mayores, olviden que todas las personas merecemos respeto independientemente de nuestra habilidad en el juego. Y si en tu equipo te ha tocado un “manco”, alguien especialmente torpe, pues te fastidias, que esto es un juego.
No tenemos derecho a faltar al respeto a nadie. Si se incumple esta sencilla norma, se acaba el juego.
Además es posible que observemos que nuestro hijo se frustra demasiado cuando intenta jugar a un juego demasiado difícil para él, o ella, o para el que no está preparado. Nuestra labor ahí es parar el juego, ayudar a que se calme y explicar que a lo mejor debería cambiar de juego hasta que esté preparado para jugar por edad o por habilidad.
Al principio es posible que no lo entienda y eso produzca más frustración. Nadie dijo que educar fuera fácil.
5.- Acompaña el juego
Los que fuimos niños en los años 80 somos ahora padres y madres y los videojuegos no son algo extraño para nosotros. Es posible que nos hayamos quedado atrás en mecánicas y modos de juego. Los niños dominan juegos como Fortnite, Overwatch, League of Legends, o el reciente autochess Teamfight Tactics.
Este último va a dar que hablar en los próximos meses, ya os lo adelanto. Pero como ya decía en el punto 1, debemos conocer el contenido y acompañar el tiempo de juego.
Es una oportunidad fabulosa para compartir intereses y explicar esos contenidos que es posible que resulten inadecuados en un momento dado, o incluso reflexionar juntos sobre un comportamiento fuera de tono que se haya producido en el juego en línea y ha hecho sentir fatal a nuestros hijos.
Comparte la emoción por los resultados de los esports, incluso montad una fiesta si es la final del “split de verano” del League of Legends de la misma forma que lo hacemos con la final de la Copa del Rey de fútbol.
Esto hará que nuestros hijos nos vean como referentes válidos, como aliados en el proceso de crecimiento. Y no es cuestión de convertirnos en sus “colegas”. Es cuestión de ser verdaderos educadores para ayudarles a ser mejores personas y que disfruten de forma saludable de una afición maravillosa.
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