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5 mayo, 2020 Por josevibaeza

Videojuegos en familia – Entrevista para la revista «The Good Gamer»

Portada d ela revista The Good Gamer sobre videojuegos en familia.

A principios de 2020 la revista The Good Gamer, de la Asociación Española de Videojuegos AEVI, la entidad que aglutina desarrolladores, editores y distribuidores de videojuegos de España, se puso en contacto con Josevi Baeza para realizar un reportaje sobre videojuegos en familia aquí junto a otros contenidos.

A continuación encontrarás la entrevista original que da lugar al contenido del artículo.

Sumario
  • ¿A qué te dedicas profesionalmente, cuál es tu experiencia profesional, así como en los distintos medios, podcast o blogs donde colaboras, además de edad y procedencia, para poder poner en antecedentes al lector?
  • El mundo del ocio digital se ha dinamizado en los últimos años, siendo mucho más accesible para todas las edades y eso, evidentemente, incluye a los menores y, en ocasiones, los padres pueden tener ciertos temores a ‘pantallas y videojuegos’. ¿Cómo debe afrontar esta situación y no tener miedo al ‘socorro, mi hijo quiere una videoconsola’? ¿Existen demasiados tabúes sobre las posibles adicciones (trastornos) que condicionen estos comportamientos?
  • ¿Cómo ha cambiado al paradigma sobre los prejuicios acerca de los videojuegos el hecho de que las primeras generaciones gamers ya sean padres hoy en día?
  • ¿Cuáles son las claves de cómo debe ejercer un padre o madre la autoridad sobre videojuegos dentro de casa?
  • ¿Cómo convertir el ocio del videojuego en un ocio familiar y qué pautas mantener para que haya un ambiente sano en el hogar en torno al videojuego? Del mismo modo que un padre se involucra con, pongamos por caso, jugar al fútbol, ir al parque o salir al cine, ¿cómo puede hacerlo en torno al videojuego? En casos así, ¿por qué puede ser relevante mostrar interés por las aficiones de nuestros hijos aunque puedan ser de un ocio digital que no comprendamos del todo?
  • ¿Existen ventajas o beneficios, ya sea sociales o intelectuales de jugar a videojuegos? En caso afirmativo, ¿cuáles?
  • ¿De qué peligros o a qué debe prestar especial atención un padre a la hora de dejar que su hijo -nunca solo- juegue a videojuegos en red? Imagino que además pasa por la información y ser consciente de que no todos los juegos son aptos para todas las edades, tanto por contenido como por dinámicas.
  • ¿Se debe evitar el videojuego como recompensa por tareas conseguidas, deberes hechos o buenas notas o es igual de susceptible como premio que otras actividades como ir a un parque de atracciones o hacer un viaje; o, directamente, no tratar este tipo de recompensas o premios?
  • ¿Cuál crees que es la edad mínima recomendada para que un niño empiece a tener relación con el mundo de los videojuegos y por qué es necesario el acompañamiento de padres y madres?
  • En ese sentido, ¿cómo se debe asumir y enseñar a tolerar la frustración que puede derivar de errores o de metas no logradas dentro de los videojuegos? Supongo que no debe perderse nunca el sentido lúdico pero, ¿qué diferencias podríamos encontrar entre un cabreo por, por ejemplo, fallar un gol en un partido de fútbol real o en perder un partido jugando a Fifa?
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¿A qué te dedicas profesionalmente, cuál es tu experiencia profesional, así como en los distintos medios, podcast o blogs donde colaboras, además de edad y procedencia, para poder poner en antecedentes al lector?

Mi nombre es Josevi Baeza, tengo 40 años (en el momento de hacer esta entrevista), vivo en Elche y estoy casado y con dos hijos, de 7 y 5 años. Yo soy psicólogo y consultor de familia y crianza, es decir, que trabajo ayudando a personas que se encuentran en dificultades personales relacionadas con el estado de ánimo, en situaciones de ansiedad o que sienten que se enfrentan a retos que les desbordan. Además trabajo con familias que necesitan ayuda en temas de educación, niños y adolescentes con problemas emocionales o de convivencia, y parejas que necesitan resolver algún problema de comunicación.
Desde 2015 llevo adelante el podcast “Josevibaeza” de divulgación psicológica, disponible en todas las plataformas de podcasting, que además dio el salto a youtube en 2017 y se encuentra en youtube.com/centrobaeza. Adicionalmente de forma conjunta con la médica psiquiatra Elena Benitez y la psicóloga y sexóloga Miriam Mora llevamos un año haciendo Nadie al Volante, un podcast sobre series y salud mental, donde analizamos contenidos audiovisuales de entretenimiento bajo el prisma de la medicina y psicología.

En 2018 se hizo popular un vídeo mío sobre Fortnite y las adicciones que además me llevó a mantener contacto con José de Matías (@mattproacademy), director académico de The Global Esports Academy, la academia de esports de referencia, y publicar bajo su sello contenidos relacionados con los videojuegos y la salud mental.

El mundo del ocio digital se ha dinamizado en los últimos años, siendo mucho más accesible para todas las edades y eso, evidentemente, incluye a los menores y, en ocasiones, los padres pueden tener ciertos temores a ‘pantallas y videojuegos’. ¿Cómo debe afrontar esta situación y no tener miedo al ‘socorro, mi hijo quiere una videoconsola’? ¿Existen demasiados tabúes sobre las posibles adicciones (trastornos) que condicionen estos comportamientos?

Cuando el ocio digital apareció de facto en los años 70 con videoconsolas como la Atari y se consolidó como una alternativa real de ocio en los 90 con consolas como la Nintendo Entertainment System o la MegaDrive marcó a toda una generación de niños que nos hicimos adultos amando una forma particular de entretenimiento.

Lo que estamos viviendo cuarenta años después no es nuevo, y no dio problemas entonces porque nuestros padres sabían establecer límites, y eso que para ellos sí que era nuevo. Se establecían horarios y condiciones de juego. Y de la misma forma que antaño ningún niño tenía 10.000 pesetas (60€) al mes para gastarse en ocio digital, se pueden hoy en día establecer límites de gasto.

Lo que ha aparecido nuevo en esta generación son elementos que no tienen que ver con los juegos en si mismo, sino la posibilidad de jugar contra otras personas que no están en la misma habitación, o la posibilidad de que las empresas ganen dinero con formas diferentes a la venta directa del videojuego.

Así pues, la pregunta a cómo deben los padres de hoy en día responder al “mi hijo quiere una videoconsola”, les diría que hicieran lo que ya hicieron nuestros padres, no tener miedo porque los videojuegos no son peligrosos en si mismos, no está en su “naturaleza” el ser peligrosos. Pero sí que habría que establecer precauciones. Establecer horarios de uso, escoger los contenidos con atención atendiendo las recomendaciones de edad, enseñarles normas de convivencia y cortesía a la hora de relacionarse con otros usuarios, y ayudarles a protegerse de gente irrespetuosa. Es decir, acompañar en su crecimiento y, no protegerles, sino prepararlos para la vida.

Lamentablemente vivimos en un momento en el cual las noticias incendiarias se viralizan y todo vale para aumentar la audiencia, ganar clics y conseguir alcance en las redes. No creo que existan tabúes, existen muchas mentiras, porque no es cierto que nadie (con criterio) haya dicho que los videojuegos causen adicción. Se ha creado la categoría de Trastorno por Videojuegos (Gaming disorder) que es un uso excesivo de videojuegos que afecta al funcionamiento normal. Pero eso no viste tanto, porque la gente no entiende la palabra trastorno que es un término clínico, y la palabra adicción es una fábrica de clics en el titular de la noticia.

¿Cómo ha cambiado al paradigma sobre los prejuicios acerca de los videojuegos el hecho de que las primeras generaciones gamers ya sean padres hoy en día?

Los padres que crecimos jugando a videojuegos no tenemos miedo a que nuestros hijos se vuelvan violentos porque nosotros no somos especialmente violentos. Además la ciencia se ha encargado de descartar esta relación de forma tajante. Lo siento por los periódicos que siguen intentando establecer esta relación, la noticia y la verdad están en sitios muy alejados.

Los padres de hoy en día tienen miedo a que se vuelvan adictos, pero de eso, como ya te he dicho, no tienen culpa ni los niños que juegan a videojuegos, ni los padres que hacen lo que buenamente pueden, sino una legislación “blandita” con el tema de las apuestas (gambling) que se está colando en barrios y hogares, unos medios de comunicación que están más interesados en sus balances de resultados que en perseguir la verdad, y en los dirigentes de las empresas de desarrollo que siempre se ha sabido que saben poco de arte y mucho de dinero.

¿Cuáles son las claves de cómo debe ejercer un padre o madre la autoridad sobre videojuegos dentro de casa?

Primero de todo, la videoconsola debería ser un electrodoméstico familiar, como lo es la televisión o el microondas, no es de los niños, es de la familia, de un plumazo nos cargamos la idea de “es mía y puedo hacer lo que yo quiera”. Los padres, desde que los niños son pequeños, deberían de tener claro que las familias no son democracias, sino como mucho oligarquías consultivas, si se entiende la comparación.

Los padres no son los dueños de sus hijos, no les pertenecen, pero si son los responsables legales de una educación basada en valores humanos universales y protección integral de los menores a su cargo. Eso significa que tienen el deber de ejercer una autoridad basada en el bien superior del menor, y para eso hay que saber decir que “no” a muchas cosas.

No se puede comer exclusivamente chuches, no se puede estar despierto hasta las 4 de la mañana, no se puede matar al gato… y si eso es válido para ejemplos extremos, también es válido para otras cosas, siempre que estén basadas en motivos razonables o en cuestiones prácticas. No puedes jugar más de cierto tiempo al día, no puedes jugar a este juego que es para mayores, no puedes jugar con gente que yo no conozco, no puedes jugar a juegos que contengan en sus mecánicas elementos que se sabe que pueden generar adicción (lootboxes o sobres).

La autoridad no está reñida con el cariño.

¿Cómo convertir el ocio del videojuego en un ocio familiar y qué pautas mantener para que haya un ambiente sano en el hogar en torno al videojuego? Del mismo modo que un padre se involucra con, pongamos por caso, jugar al fútbol, ir al parque o salir al cine, ¿cómo puede hacerlo en torno al videojuego? En casos así, ¿por qué puede ser relevante mostrar interés por las aficiones de nuestros hijos aunque puedan ser de un ocio digital que no comprendamos del todo?

Los padres llegamos muchas veces cansados a casa y no tenemos ganas de ver jugar a nuestro hijo al Pokemon Escudo o compartir mando con nuestra hija en el Kirby, no nos sintamos culpables, esta es la sociedad y el momento histórico que nos ha tocado vivir, por lo que no es obligatorio que el ocio digital sea familiar. Pero sí que es una forma estupenda de enriquecer el momento.

Si vemos que el juego al que están jugando, que previamente hemos escogido nosotros en base a unos criterios de idoneidad como los que nos propone el sistema PEGI, aunque sea adecuado, los frustra demasiado, les ayudaremos a gestionar ese enfado o les animaremos a hacer una pausa.

Y con esto no quiero decir que los videojuegos saquen lo peor de nuestros niños. Mis hijos se enfadan muchísimo cuando una construcción de Lego se les desmorona porque no han sabido crear una estructura estable, y nadie diría que Lego es un juguete peligroso más allá de una eventual asfixia en menores de cierta edad, o por pisar una pieza cuando vas descalzo.

Si se juega online, se ha de mantener un ambiente de cordialidad y respeto, suspenderemos el juego si observamos actitudes irrespetuosas por parte de algún participante de la misma forma que en el fútbol te pueden mandar al banquillo por insultar a un compañero o contrincante o tener una actitud violenta y fuera de lugar.

Jugar en familia significa acompañar el juego, ya sea como participante, como espectador, o como “entrenador”, está claro que la mayoría no estamos preparados para dar consejos sobre como quedar entre los diez primeros en Fortnite, pero si podemos enseñarles valores de deportividad y compañerismo. Y eso una acción educativa de una potencia enorme.

Y por último, yo mismo, que juego entre 4 y 8 horas a la semana a videojuegos, y no juego más porque la vida que he escogido no me deja, hay juegos a los que llego tarde, No juego a Fortnite porque se me escapan las mecánicas y soy lento de reflejos, incluso llegué tarde a Pokémon, no podemos pretender saber más de esos juegos que nuestros hijos, que además hablan todos los días de ello en el recreo.

Sin embargo si que debemos estar accesibles para que nos hablen del Pokémon legendario que ha aparecido en el nuevo DLC, de los cambios que trae el nuevo parche de League of Legends y de lo guay que es que Ibai ahora forme parte del equipo de G2… Que no nos vamos a enterar de nada… al menos al principio… pero ya hemos abierto la puerta, y eso, cuando nuestros hijos son adolescentes es oro puro.

¿Existen ventajas o beneficios, ya sea sociales o intelectuales de jugar a videojuegos? En caso afirmativo, ¿cuáles?

Que el uso de videojuegos esté asociado a más o menos beneficios jamás debería ser motivo para jugar a ellos o para incitar al juego. Jugar a videojuegos debería ser, sobretodo, divertido, porque jugar es jugar.

Ahora bien, existen datos que avalan el uso de videojuegos para mejorar la coordinación mano-ojo o para desarrollar estrategias de pensamiento lateral (pensamiento alternativo), pero nada de eso va a convertir a nuestros hijos en metahumanos.

Los videojuegos bien utilizados desarrollan áreas que también se desarrollan con otros juegos.

Utilizando un símil nutricional del dietista y nutricionista Julio Basulto, “come comida, no nutrientes”. Aquí sería lo mismo, no le propongas a tus hijos juegos “educativos”, sino juegos divertidos. Porque un juego aburrido no es un juego.

¿De qué peligros o a qué debe prestar especial atención un padre a la hora de dejar que su hijo -nunca solo- juegue a videojuegos en red? Imagino que además pasa por la información y ser consciente de que no todos los juegos son aptos para todas las edades, tanto por contenido como por dinámicas.

Ojalá ningún niño jugara en red sin acompañamiento. Sobretodo porque alguien tiene que servir de “enganche” con la realidad.

Lo más llamativo en medios de comunicación son los caso de depredación sexual y de menores, y aunque absolutamente terribles y devastadores, estos casos son excepcionalmente escasos. Son como la caída de un meteorito, llaman mucho la atención y pueden causar una catástrofe, pero ocurre muy poco.

Cuando se juega en red hay que cuidar lo que en los 2000 se llamaba “netiqueta” (net-etiqueta) o normas de convivencia en la red. No debemos dejar que los niños vean normal que se insulte a alguien por su habilidad o su falta de habilidad. Eso hay que contrarrestarlo y educar en el respeto.

Las niñas y chicas están tristemente habituadas al acoso sexual verbal en el juego en línea y si no lo hace la misma niña, el adulto ha de tomar cartas en el asunto y reportar, con las herramientas que provee el propio juego, al usuario que muestra esas actitudes, y en el caso necesario, denunciar. Esto es posible y se hace poco o nada.
Y luego, el juego social es uno de los dos componentes que parece ser que puede hacer evadirnos de la realidad y pasar un tiempo excesivo delante de la pantalla. El otro es el gambling, las cajas de premio, los sobres…

Aquí hay que establecer normas de uso relacionadas con el tiempo de juego.

¿Se debe evitar el videojuego como recompensa por tareas conseguidas, deberes hechos o buenas notas o es igual de susceptible como premio que otras actividades como ir a un parque de atracciones o hacer un viaje; o, directamente, no tratar este tipo de recompensas o premios?

La Carta Universal de los Derechos del Niño es un documento de la ONU ratificada por España en la cual se reconoce el juego como un derecho de todos los niños y niñas. Y los derechos no son opcionales ni sujetos a ser una recompensa. Jugar es jugar, y no sólo porque es divertido, sino porque el cerebro del niño aprende gracias al juego. Negar jugar es negar una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

Incluso un niño que ha suspendido todas las asignaturas y no se ha comido las verduras tiene derecho a jugar todos los días.

Dicho esto, existen las normas de cada casa, y quizá jugar a videojuegos, o la forma y cantidad de jugar a videojuegos, está sujeta a una serie de normas que regulan los privilegios. Jugar a videojuegos puede ser un privilegio reservado a los fines de semana durante un máximo de 90 minutos antes de las 19:30, o si los deberes están hechos y las notas reflejan un buen rendimiento académico se puede jugar en el tiempo libre hasta las 20:00. Aquí no hay reglas fijas. Depende de las circunstancias de cada casa.

No suele ser recomendable más de 2 horas de pantallas al día, y nunca antes de los 2 años, no porque nos “pudra” el cerebro, sino porque nos impide tener experiencias vitales que nos hacen crecer. Si estamos jugando o mirando una pantalla, no estamos haciendo cosas a lo mejor más ricas para nuestro desarrollo.

Jugar a videojuegos no es un premio, pero sí que puede ser un privilegio que se puede perder.

¿Cuál crees que es la edad mínima recomendada para que un niño empiece a tener relación con el mundo de los videojuegos y por qué es necesario el acompañamiento de padres y madres?

Antes de los 2 años los niños no deberían tener ningún contacto con pantallas. Si me preguntas por la opinión de la ciencia es esta, otra cosa es que nos guste.

Según se van haciendo mayores los niños disfrutan viéndonos jugar, y luego en la medida en que manualmente son más hábiles, pueden acceder a contenidos más fáciles o más complicados. Esto es un proceso muy frustrante, para ellos porque no son capaces de hacer saltar a Mario en esa plataforma, o para nosotros porque nos damos cuenta de que “lo está haciendo mal”. Este tema es delicado porque los adultos a veces nos enfadamos más que ellos.

Y luego siempre hay que cuidar los contenidos que presentamos a los niños, esto que está tan claro en cine y televisión, no parecemos contemplarlo demasiado en videojuegos.

En ese sentido, ¿cómo se debe asumir y enseñar a tolerar la frustración que puede derivar de errores o de metas no logradas dentro de los videojuegos? Supongo que no debe perderse nunca el sentido lúdico pero, ¿qué diferencias podríamos encontrar entre un cabreo por, por ejemplo, fallar un gol en un partido de fútbol real o en perder un partido jugando a Fifa?

No le veo diferencia. La frustración es un sentimiento de enfado derivado de la experiencia de no obtener lo que uno espera, y en ambos casos estamos hablando de un juego. Están jugando al futbol.

Si creamos un ambiente de excesiva competitividad estamos creando un caldo de cultivo para frustrarnos, y aquí la labor de entrenadores y educadores es proteger a los niños de todo lo que sea ajeno al juego en sí y cuidarles cuando pierdan. Les va a molestar perder. Eso es innegable, y no existe eso de “buen perder”, saber perder es dficilísimo.

Saber ganar es muy fácil, con no insultar al perdedor es suficiente, pero aplaudir y sonreir cuando no has obtenido algo que deseas es un ejercicio de madurez que no podemos exigir a los niños cuando la mayoría de los adultos no somos capaces.

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